Análisis realizado por Fabiola Ortiz
WASHINGTON, DC (IDN) – Invertir en bosques se ha convertido en el próximo gran reto como un segmento esencial de una solución de desarrollo, ya sea para cumplir los objetivos climáticos, para lidiar con las condiciones meteorológicas extremas, potenciar los medios de subsistencia, ecologizar las cadenas de suministro o para secuestrar carbono. Sin embargo, el mundo ha perdido una superficie de 50 campos de fútbol de bosque por minuto, cada día, durante los últimos veinte años.
«Esta es una gran tragedia», dice Andrew Steer, presidente y director general del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), una organización mundial de investigación que trabaja en más de 50 países. Gestionar los bosques ha sido complicado, añade. Aproximadamente una quinta parte de la población mundial (1300 millones de personas) depende de los bosques para su subsistencia.
Según el Banco Mundial, unos 350 millones de personas viven en los bosques espesos o cerca de ellos y dependen directamente de ellos para su subsistencia. Y de ellos, casi 60 millones de personas –especialmente las comunidades indígenas– son completamente dependientes de los bosques.
«Los bosques tienen también una importancia fundamental para la estabilidad de los sistemas vitales de nuestro planeta. Contribuyen a regular las reservas de agua, sustentan la producción agrícola y protegen las infraestructuras. Ayudan, además, al planeta a afrontar los impactos del cambio climático mediante la absorción de CO2 de la atmósfera y aumentando la resiliencia de los sistemas naturales ante las crisis climáticas», dijo el director ejecutivo del Grupo del Banco Mundial, Sri Mulyani Indrawati.
Los bosques fueron un punto central en una sesión especial de las reuniones de primavera del FMI (Fondo Monetario Internacional)/Banco Mundial de 2016, celebradas del 14 al 17 de abril en Washington D.C.
Según Indrawati, hay un creciente reconocimiento global del papel crítico que desempeñan los bosques a la hora de apuntalar el desarrollo sostenible y sacar a las personas de la pobreza. El Banco Mundial es el mayor proveedor de financiación multilateral del programa forestal. Entre 2002 y 2015, la institución apoya 300 operaciones relacionadas con los bosques con 15 700 millones $ de EE. UU.
«Esto es por lo que los bosques fueron incluidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El Banco Mundial pretende hacer de la gestión sostenible de los bosques una parte integral de la agenda global. Son un pilar clave de nuestro nuevo plan de cambio de acción climática. Este es el impulso que estamos descubriendo para una nueva y mejor salida para los bosques», subrayó.
Los líderes y los gobiernos mundiales firmarán el convenio sobre el clima de las Naciones Unidas, el 22 de abril, que incorpora una apelación explícita a las naciones para que conserven y mejoren los bosques y otros depósitos de carbono biológicos. Si los gobiernos que representan, al menos, el 55 por ciento de las emisiones globales de carbono anuales ratifican el acuerdo de París, este entrará en vigor.
Actualmente, la utilización de los bosques y del suelo contribuye solo en un 25 por ciento a la reducción total de las emisiones prometida por los gobiernos en sus Contribuciones previstas determinadas a nivel nacional (INDC) en el marco del acuerdo.
Los datos publicados el 21 de abril muestran que podrían contribuir mucho más, dado su enorme potencial para actuar como sumideros de carbono, eliminando de forma segura las emisiones de CO2 de la atmósfera.
El estudio «Forests: The Bridge to a Fossil-Free Future» [Bosques: el puente hacia un futuro libre de combustibles fósiles], realizado por el Woods Hole Research Center –un instituto de investigación independiente que investiga las causas y efectos del cambio climático para identificar e implementar oportunidades para la conservación, restauración y el desarrollo económico– demuestra que con una gestión apropiada, los bosques, en concreto, los tropicales, podrían eliminar cantidades significativas de CO2 de la atmósfera, facilitando mucho más la limitación del calentamiento global a 2 °C.
Un escenario de “gestión agresiva” de los bosques tropicales aumentaría de diez a quince años el periodo disponible para eliminar el uso de combustibles fósiles.
«No podemos luchar eficazmente contra el calentamiento global a no ser que detengamos la deforestación en los trópicos. Proteger y gestionar los bosques no solamente tiene sentido desde el punto de vista climático, sino que es inteligente en términos economicistas», afirmó Tone Skogen, la secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega. Noruega está invirtiendo anualmente alrededor de 400 millones de dólares en los bosques tropicales.
En su opinión, sin una acción global ambiciosa que haga frente a la pérdida de los bosques tropicales, la meta de los 2 ºC está, sencillamente, muy lejos de ser alcanzada. Reducir las emisiones procedentes de la deforestación podría ocasionar cerca de una tercera parte de las reducciones de GEI (gases de efecto invernadero) en 2030 para seguir con la trayectoria de los 2 ºC. Algunos países como Colombia están mostrándose profundamente comprometidos con la consecución de una tasa de deforestación cero para el año 2020 y con la restauración de millones de hectáreas.
La mitad del territorio nacional colombiano está cubierto de bosques, de los cuales dos tercios se encuentran en la cuenca del Amazonas. Las cifras de deforestación del pasado alcanzaron un ritmo rápido, unas 300 000 hectáreas al año, principalmente debido al conflicto armado del país.
«Han pasado cinco décadas de conflicto que afectaron a la deforestación de muchas maneras: producción de drogas ilícitas, minería ilegal y desplazamiento de personas. Estamos poniendo mucho énfasis en terminar con el conflicto, esto será positivo para el medio ambiente y para los bosques», dijo Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda y Crédito Público y añadió que Colombia está a la vanguardia del debate mundial en lo concerniente a la reducción de las emisiones de carbono y a la protección de los bosques.
Uno de los principales aspectos de las conversaciones de paz con el movimiento guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) consiste precisamente en poner fin a la deforestación y en reconvertir a los excombatientes en trabajadores forestales. «Una manera de absorber esos grupos ilegales es encargarles de proteger nuestros bosques, pagando a estas personas para que protejan los bosques en calidad de guardas medioambientales».
Otro actor esencial que debe ser atraído a este proceso son las comunidades indígenas. En América Latina, el 40 por ciento del bosque es controlado por los pueblos indígenas.
Según el activista de derechos indígenas de Nicaragua, Myrna Kay Cunningham Kain, quien es presidente del Centro para la Autonomía y el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CADPI), la cantidad de bosques y territorios controlados por los pueblos indígenas a nivel mundial se prevé que se duplique para 2030.
«Si los gobiernos y el sector privado no colaboran con los pueblos indígenas en este ámbito, no seremos capaces de lograr estas metas», declaró Kain. Ella pertenece a la comunidad indígena miskita de Waspam radicada en las orillas del río Wangki de Nicaragua. «Para nosotros, el bosque es nuestro hogar, allí donde oramos: tiene un valor espiritual y cultural. Poseemos una percepción distinta de lo que significa el bosque para los pueblos indígenas. Tenemos el derecho a poseer y utilizar nuestros territorios, está reflejado en la legislación internacional».
Los bosques que son propiedad de los pueblos indígenas y de las comunidades locales y son gestionados por estos, albergan aproximadamente 37 700 millones de toneladas de carbono; 29 veces más que todas las emisiones anuales mundiales de vehículos de pasajeros. Garantizar los derechos a la tierra a los indígenas y a las comunidades las protegen frente a la deforestación y pueden generar unos beneficios a gran escala significativos, de acuerdo con un nuevo informe publicado el 21 de abril por la Iniciativa de Derechos y Recursos (RRI, por sus siglas inglesas)
Solamente 21 INDC (contribuciones previstas determinadas a nivel nacional) de las 162 propuestas, las cuales representan el 13 por ciento del área de bosque tropical y subtropical del mundo, incluían unos compromisos claros para implementar estrategias de tenencia o gestión de recursos naturales de corte comunitario como parte de sus planes de mitigación o medidas de adaptación para el cambio climático.
Según el estudio, esto ilustra la “brecha significativa” que existe para alcanzar el reconocimiento de que afianzar los derechos de propiedad de los pueblos indígenas y de las comunidades locales tiene una importancia sustancial para lograr un desarrollo sostenible y los objetivos de cambio climático y la voluntad de los Estados para implementar las reformas necesarias.
Actualmente está de moda una nueva visión denominada “enfoque del paisaje” para gestionar la silvicultura y que compatibiliza las necesidades agropecuarias con la restauración de las tierras degradadas, dijo Miguel Calmon, alto directivo, Conocimientos de restauración del paisaje, Herramientas y capacidad de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). [IDN-InDepthNews – 21 de abril de 2016]