By Promise Eze
KADADABA, Nigeria (IPS) – En junio de 2024, Zainab Abdul, de 26 años, notó que su hija de dos años palidecía, perdía peso y tenía diarrea. No le sorprendió. Desde que grupos de yihadistas los obligaron a abandonar su pueblo de Kadadaba, en el estado de Zamfara, al noroeste de Nigeria, su familia vivió en un campo de refugiados con acceso limitado a alimentos.
Los temores de Abdul se confirmaron en un centro dirigido por Médicos Sin Fronteras (MSF), donde le dijeron que su bebé sufría desnutrición aguda.
“Recibí alimentos terapéuticos listos para usar (RUTF), y eso la ayudó mucho. Sintió alivio cuando le pusieron inyecciones, le dieron medicinas y leche. Como puede ver, ahora se está recuperando gradualmente, a diferencia de antes”, dijo Abdul a IPS.
Aunque la bebé de Abdul sobrevivió a la desnutrición, muchos otros no son tan afortunados. Nigeria se enfrenta a una grave crisis de desnutrición, sobre todo en la región septentrional, donde la pobreza, la inseguridad alimentaria, la atención sanitaria inadecuada y el aumento del costo de vida son generalizados. El país tiene una de las tasas de retraso del crecimiento infantil más altas del mundo, con un 32% de los menores de cinco años afectados.
De acuerdo con UNICEF, la desnutrición afecta a 2 millones de niños en Nigeria, principalmente en el norte del país. Además, provoca la muerte de aproximadamente 2,400 menores de cinco años cada día.
Zainab Abdul y su hija de dos años en un campo de refugiados de Zamfara, al noroeste de Nigeria.
Crédito: Promise Eze/IPS
Envueltos en la violencia
Los expertos afirman que la inseguridad es una de las principales causas de la desnutrición en el norte de Nigeria. En el noroeste, los grupos armados expulsan a los agricultores de sus tierras, cierran los mercados y extorsionan a las comunidades. La violencia ha obligado a huir a más de 2.2 millones de personas, muchas de las cuales viven ahora hacinadas en campamentos con escasos recursos.
En tanto, en el noreste los continuos conflictos afectan la agricultura y la producción de alimentos. Las familias que regresan a sus tierras temen cultivarlas lejos de las ciudades militarizadas, lo que las expone al hambre.
La escasez de alimentos es tan grave que algunas familias tienen que comer cáscaras de yuca para sobrevivir.
“Estamos sufriendo mucho. Apenas tenemos para comer y llevamos más de cuatro años sin poder cultivar porque las bandas delincuenciales nos expulsaron de nuestras comunidades. Ni siquiera tenemos un refugio adecuado. Ahora mismo no he comido nada. Necesitamos ayuda urgente del gobierno”, declaró Hannatu Ismail, habitante en un campo de refugiados de Zamfara.
Aminu Balarabe, un joven médico que trabaja en una clínica local de Gusau, la capital de Zamfara, teme que si el problema no se aborda de inmediato, el resultado podría ser desastroso. Aunque el gobierno ha lanzado varias campañas militares para erradicar a los delincuentes y animar a la gente a volver a sus granjas, Balarabe cree que hay que hacer más.
Lamentó que la inseguridad actual ya haya paralizado los servicios sanitarios, dificultando el diagnóstico y el tratamiento eficaz de la desnutrición en la región.
“La solución es atajar la inseguridad. La mayoría de la gente está desprotegida y es vulnerable. Están constantemente en peligro. Si el gobierno interviene, presta apoyo real y actúa con firmeza para llevar la paz a estas comunidades, las cosas pueden cambiar para mejorar. Para combatir esta inseguridad, el gobierno debe actuar con urgencia y decisión. Es desgarrador que algunas personas no puedan vivir en sus ciudades o pueblos debido a la inseguridad. Se ven obligados a vivir y dormir en campamentos”, afirmó Balarabe.
Crisis humanitaria
Durante años, organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), UNICEF y MSF han hecho sonar las alarmas sobre la gravedad de la crisis de desnutrición, insistiendo en la urgente necesidad de más ayuda humanitaria. Las instituciones han pedido reiteradamente a las autoridades, organizaciones y donantes nigerianos que tomen medidas inmediatas para atajar las causas profundas de la crisis.
En 2024, MSF atendió a más de 294,000 niños desnutridos en el norte de Nigeria. La organización humanitaria reveló que las condiciones de hacinamiento les habían obligado a tratar a los pacientes en colchonetas que se encontraban tiradas en el suelo debido a la falta de espacio.
A mediados de 2024, el CICR informó sobre un aumento del 48% en los casos de desnutrición grave con complicaciones entre los niños menores de cinco años en los centros de salud a los que presta apoyo, en comparación con el año anterior.
La reducción en la financiación ha hecho más difícil para las organizaciones atender a los niños desnutridos. La escasez de alimentos terapéuticos ha persistido y empeorado. A pesar del aumento de los casos de desnutrición aguda en todo el mundo, el plan de respuesta humanitaria de la ONU sigue sin incluir la región noroeste de Nigeria.
A Oluwagbemisola Olukogbe, nutricionista de Lagos (Nigeria), le preocupa que la desnutrición pueda afectar gravemente al crecimiento de los niños, al desarrollo humano y al progreso económico, creando un ciclo que frena a la sociedad.
“La desnutrición crónica y el retraso del crecimiento en la primera infancia pueden provocar un desarrollo cerebral deficiente, dificultades de aprendizaje y problemas de comportamiento. Esto afecta a la educación, reduce la productividad en la edad adulta y aumenta el riesgo de que el problema se transmita a la siguiente generación”, dijo a IPS.
Soluciones Fallidas
En 2020, el gobierno nigeriano presentó el Plan Nacional de Acción Multisectorial para la Alimentación y la Nutrición, una iniciativa para 2021-2025 destinada a abordar la seguridad alimentaria y la malnutrición, centrada en impulsar la producción de alimentos mediante la inversión agrícola. Sin embargo, el Dr. Idris Olabode Badiru, profesor titular de la Universidad de Ibadán, destaca que la inversión gubernamental en agricultura ha sido insuficiente.
Aunque la agricultura representa el 24% del PIB nigeriano y emplea a más del 30% de toda la población activa, la financiación sigue estando muy por debajo del objetivo del 10% fijado por la Unión Africana, en la Declaración de Maputo de 2003.
“Aunque los agricultores de las zonas en crisis no pueden trabajar sus campos, en las regiones cercanas pueden seguir contribuyendo a la producción de alimentos. Hay que ayudar a estos agricultores a aumentar su producción con medidas como programas de formación impartidos por servicios de extensión agraria eficaces. Por desgracia, muchas agencias estatales no funcionan bien y necesitan perfeccionamientos para ayudar mejor a los agricultores”, señaló Badiru.
Añadió: “También es importante proporcionar a los agricultores las herramientas y el apoyo financiero necesario, aunque los intentos anteriores se han visto obstaculizados por el fraude. Para solucionarlo, deben establecerse mejores sistemas de rendición de cuentas. Además, la agricultura no debe tratarse de forma aislada, ya que depende de otros sectores. Restablecer infraestructuras esenciales como carreteras, puentes, instalaciones de almacenamiento y suministro eléctrico es vital para mejorar la productividad agrícola y afrontar los retos a largo plazo.”
Según Badiru, esta falta de inversión obstaculiza la productividad, no responde a la creciente demanda de alimentos de la población nigeriana, que aumenta con rapidez, y es incapaz de atajar la inseguridad alimentaria.
Los esfuerzos del gobierno por distribuir cereales gratuitos a las poblaciones vulnerables, especialmente en las zonas afectadas por conflictos y con dificultades económicas, se han quedado cortos en gran medida. Estas iniciativas se han visto socavadas por la corrupción generalizada y el desvío de recursos, impidiendo que la ayuda llegue a quienes más la necesitan.
¿Un futuro sombrío?
Save the Children International reveló que un millón de niños más sufrirán desnutrición aguda en Nigeria para abril de 2025, si no se toman medidas urgentes.
UNICEF ha instado al gobierno a mejorar los programas de nutrición y reforzar la atención sanitaria primaria, destacando que otros 200,000 niños del noroeste necesitarán alimentos terapéuticos en 2025.
Para Abdul, del campo de refugiados de Zamfara, la ayuda del gobierno no es negociable.
“Necesitamos urgentemente el apoyo del gobierno con alimentos. No puedo soportar pensar en lo mucho que han sufrido estos niños a causa del hambre. La mayoría de los días sólo comen una vez por la mañana y pasan sin comer hasta el día siguiente o, a veces, hasta altas horas de la noche. Nuestros niños lloran de hambre hasta que están demasiado agotados para continuar, y eso nos rompe el corazón porque no tenemos nada que darles”, dijo a IPS.
Este artículo ha sido elaborado por IPS NORAM en colaboración con INPS Japan y Soka Gakkai Internacional, con estatus consultivo ante el ECOSOC de la ONU.
INPS Japan.