La opinión de John Scales Avery*
COPENHAGUE (IDN) – La eliminación de la desigualdad económica extrema permite que las sociedades sean más felices y mejores, subraya la evidencia incontestable que presenta un libro de descarga gratuita.
Si nos remontamos al pasado, vemos que el siglo de la razón o la Ilustración fue un movimiento intelectual y filosófico que dominó el mundo de las ideas entre los siglos XVII y XIX. Las explicaciones racionales de Sir Isaac Newton sobre los fenómenos cósmicos demostraron que la razón es mejor que la superstición.
La Enciclopedia de Diderot y los escritos de Voltaire y Rousseau allanaron el camino para el fin del feudalismo, el fin de la teoría del derecho divino de los reyes, así como la liberación de siervos y esclavos en todo el mundo.
En Inglaterra, John Locke expresaba el espíritu de la época al escribir: «La convivencia de los hombres según la razón, sin un superior común en la tierra con autoridad para juzgar entre ellos, es propiamente el estado de la naturaleza… También un estado de igualdad, en el que todo el poder y la jurisdicción son recíprocos, sin que nadie tenga más que otro; no habiendo nada más evidente que las criaturas de la misma especie, nacidas en promiscuidad con todas las mismas ventajas de la naturaleza y el uso de las mismas facilidades, también deben ser iguales entre sí sin subordinación ni sujeción…».
«Mas aunque este sea un estado de libertad, no es un estado de licencia… El estado de la naturaleza tiene una ley que lo rige y que es obligatoria para todos; y la razón, que es esa ley, enseña a todas las personas que la consultan que, siendo iguales e independientes, nadie debe perjudicar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones».
Las ideas de Locke se plasmaron en la redacción de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos:
«Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que, para asegurar esos derechos, los Gobiernos se instituyen entre los Hombres, que obtienen sus justos poderes a partir del consentimiento de los gobernados…».
Lamentablemente, estos ideales no se mantienen en Estados Unidos hoy en día, de hecho, quizá nunca lo hicieron. Pese a que después de la guerra civil se pusieron fin a años de esclavitud y a los esfuerzos del movimiento por los derechos civiles, el racismo está muy extendido hoy en día y, es más, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue elegido con su postura abiertamente racista. Durante su mandato, ha actuado de manera racista tanto con palabras como con hechos.
En los últimos tiempos, han estallado protestas en un gran número de ciudades americanas por el absurdo asesinato por parte de la policía de otro hombre negro, George Floyd. El país está profundamente dividido.
Racismo, colonialismo y excepcionalismo
Al parecer es posible que las naciones, y la mayoría de sus ciudadanos, cometan las peores atrocidades imaginables, como torturas, asesinatos y genocidios, creyendo que lo que hacen es noble y bueno. Podemos entender un poco cómo esto es posible viendo el documental de tres partes de la BBC «La historia del racismo».
La serie fue transmitida por BBC Four en marzo de 2007 y los vídeos de las transmisiones están disponibles en Internet. Ver este documental revelador nos puede brindar mucha información sobre la relación entre racismo y colonialismo. Además, podemos apreciar que tanto el racismo como el colonialismo están vinculados con el excepcionalismo y el neocolonialismo de los Estados Unidos.
El documental de la BBC enseña con qué frecuencia en la historia humana, la codicia económica y la explotación colonial se han justificado con teorías racistas. El documental describe crueldades casi increíbles cometidas contra los pueblos de las Américas y África por los europeos.
Por ejemplo, en el Congo, una vasta región que el rey Leopoldo II de Bélgica reclamó como su propiedad privada, tomaron a las mujeres de las aldeas como rehenes mientras que obligaban a los hombres a recolectar caucho en los bosques. Dado que ni los hombres ni las mujeres podían producir alimentos en estas circunstancias, su consecuencia fue la inanición.
Se entregaron municiones al ejército privado de Leopold, compuesto por 90 000 hombres y, para asegurarse de que las utilizaban de forma adecuada, se ordenó al ejército que cortara las manos de sus víctimas y las enviara como prueba de que las balas no se habían desperdiciado. Las manos humanas se convirtieron en una suerte de moneda, pues se cortaban las manos de hombres, mujeres y niños vivos cuando no se cumplían las cuotas de caucho. En ocasiones, se reunían más de mil manos humanas en un solo día. Bajo el gobierno de Leopoldo, asesinaron a unos 10 000 000 de congoleños, lo que representaba aproximadamente la mitad de la población de la región.
Oligarquía y guerra
Hoy, el mundo gasta casi dos billones de dólares (2 000 000 000 000 $) al año en armamentos. Este inmenso flujo de dinero, casi demasiado grande para imaginarlo, es el «dínamo del diablo» que impulsa la institución de la guerra. Es sabido que los políticos se pueden comprar con una diminuta parte de esa enorme cantidad, de ahí la decadencia de la democracia. También es evidente que si las asombrosas sumas que ahora se derrochan en armamento se utilizaran de forma constructiva, se podrían resolver la mayoría de los problemas acuciantes a los que la humanidad se enfrenta actualmente.
Dado a que el mundo gasta casi dos mil millones de dólares cada año en armamentos, se deduce que muchas personas viven de la guerra. Esta es la razón por la que es correcto hablar de la guerra como institución, y por la cual persiste, aun sabiendo que es la causa de gran parte del sufrimiento que inflige a la humanidad y que vivimos bajo la constante amenaza de una guerra termonuclear que podría destruir todo.
El dinero de los oligarcas ricos en los complejos militares-industriales compra la propaganda de los medios de comunicación y los votos de los políticos. Adormecidos por la propaganda, los ciudadanos permiten a los políticos votar por presupuestos militares exageradamente altos, los oligarcas se enriquecen todavía más y, por tanto, el flujo circular del dinero continúa. La excesiva desigualdad económica constituye la raíz del problema de la guerra, así como la pérdida de nuestras instituciones democráticas.
Los pobres son quienes más sufren en la pandemia de la COVID-19
Los pobres son quienes más sufren la pandemia de la COVID-19. Mientras que los ricos pueden confinarse con toda comodidad, la gente trabajadora sin ahorros se ve obligada a elegir entre arriesgar su vida en lugares de trabajo inseguros o morir de hambre por falta de ingresos. Estas son citas de un artículo publicado recientemente por Jake Johnson titulado Grotesque: «Mientras que 41 millones de personas perdieron sus empleos a causa de la COVID-19, los multimillonarios estadounidenses han ganado casi 500 mil millones» – Common Dreams, 28 de mayo de 2020:
«La riqueza multimillonaria aumenta al tiempo que millones de personas se enfrentan al sufrimiento, dificultades y muerte. Es un indicador grotesco de las tremendas desigualdades en la sociedad estadounidense.
«Las estadísticas publicadas el jueves (4 de junio) por el Departamento de Trabajo de EE. UU. muestran que con 2,1 millones de nuevas solicitudes de desempleo presentadas la semana pasada, nada menos que 40,7 millones de estadounidenses han perdido su empleo en las últimas 10 semanas, mientras continúan los despidos masivos derivados de la pandemia del coronavirus.
«En ese mismo período de 10 semanas, según un nuevo análisis realizado por el Instituto de Estudios de Políticas, el patrimonio neto combinado de los multimillonarios de Estados Unidos se ha disparado en casi medio billón de dólares, lo cual eleva su riqueza total a 3,4 billones de dólares».
Igualdad, felicidad y energías renovables en Escandinavia
El Nuevo Acuerdo Verde puede abordar de forma simultánea la crisis climática y el problema de la excesiva desigualdad económica. En este contexto, es interesante observar los sistemas sociales y económicos de los países escandinavos, Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia.
En estos países, el contraste entre ricos y pobres se ha reducido en gran medida. Puede decirse que la pobreza se ha eliminado en estos países. A su vez, los escandinavos cuentan con políticas sólidas para abordar la emergencia climática. Por tanto, los éxitos de los países escandinavos son un contraargumento para quienes afirman que el Nuevo Acuerdo Verde no se puede poner en práctica.
Los países escandinavos también ocupan un lugar muy elevado en el Índice de felicidad mundial y el Índice de desarrollo humano, lo que demuestra los beneficios de la igualdad,
Para lograr un mundo feliz y sostenible, necesitamos reducir urgentemente la desigualdad económica extrema, tanto dentro como entre las naciones.
*John Scales Avery (nacido en 1933 en el Líbano, de padres estadounidenses) es un químico teórico conocido por sus publicaciones de investigación en química cuántica, termodinámica, evolución e historia de la ciencia. Desde principios de la década de 1990, Avery ha sido un activo activista por la paz mundial. Por aquella época, formaba parte de un grupo asociado con las conferencias de Pugwash sobre ciencias y asuntos internacionales. [IDN-InDepthNews – 06 de junio de 2020]
Información relacionada: puede encontrar otros libros y artículos sobre problemas mundiales en estos enlaces: http://eacpe.org/about-john-scales-avery/ y https://wsimag.com/authors/716-john-scales-avery
Foto: Lorie Shaull/Flickr – Xena Goldman, Cadex Herrera, Greta McLain, Niko Alexander y Pablo Hernández (artistas)